La chef catalana continuará trabajando en su proyecto Cocina Estudio. Sant Pau, con tres estrellas Michelin, se convertirá en un bar.
El restaurante Sant Pau (Catalunya) de la chef Carme Ruscalleda, con tres estrellas Michelin, cerrará el próximo 27 de octubre, 30 años después de su apertura, pero la cocinera seguirá en el mundo gastronómico.
Ruscalleda y su marido, Toni Balam, señalan en un comunicado que el cierre del Sant Pau, ubicado en Sant Pol de Mar no significa que se jubilen. “Vamos a reinventar nuestros compromisos profesionales y a darle más recorrido, contenido y futuro a nuestro departamento Cocina Estudio”, precisan.
El local donde se ubica actualmente el Sant Pau será traspasado a su hija Mercè Balam, que lo convertirá en un bar, aunque seguirán utilizando la parte de la cocina para seguir investigando en nuevas propuestas gastronómicas, en Cocina Estudio.
El matrimonio recuerda además en el comunicado que en 2017 ampliaron el compromiso profesional con el hotel Mandarin Oriental de Barcelona, donde su hijo Raül Balam regenta el restaurante Moments, con dos estrellas Michelin, un proyecto que los motiva por “la complejidad de organizar la gastronomía de un hotel que trabaja por y para la excelencia”.
Ruscalleda también abrió en 2004, de la mano del empresario Yuji Shimoyama, el restaurante Sant Pau de Tokio, que alcanzó las dos estrellas Michelin, lo que la convirtió en la cocinera más laureada del mundo, al acumular siete estrellas en la famosa guía gastronómica.
El restaurante Sant Pau nació en julio de 1988 como evolución del ‘delicatesen’ en el que habían convertido su tienda familiar y fue el resultado de “la suma de la fuerza de dos emprendedores, de la complicidad familiar, del magnetismo inspirador de la cultura culinaria local y del ‘staff’ profesional que nos acompaña”.
“Tras decidir cruzar la calle en 1988, desde la tienda al Sant Pau, hemos recorrido un camino excitante y estimulante, un viaje profesional con unas maletas cargadas de compromiso, trabajo, honestidad, creatividad, ingenio e ilusión. Sentimientos personales y profesionales que continúan acompañándonos”, explican Ruscalleda y Balam en su nota pública.
Ambos se muestran “felices al observar la creatividad” de su hijo Raül en el hotel Mandarin Oriental y recuerdan que en 2017 ampliaron su compromiso con el establecimiento para asumir la totalidad de su servicio gastronómico.
En una entrevista con la agencia de noticias EFE a principios de este año, Ruscalleda reconocía que “es duro y laborioso tirar adelante la gastronomía de un hotel con un servicio de 24 horas los 365 días del año”.
Así, comparaba el trabajo en un restaurante con el de “una barquita de vela que sale a faenar y vuelve a puerto con los mismos pescadores” con “el transatlántico que supone un hotel que no para las 24 horas y que necesita tres equipos humanos que se van turnando cada 8 horas para completar el día”.
Carme Ruscalleda y Toni Balam aseguran que no quieren “cortar el cordón umbilical” que los une a la cocina y a la gastronomía y que prueba de ello es su colaboración este verano en el restaurante Odyssey, de Joël Robuchon, en el Hotel Metropole de Montecarlo, durante los meses de julio y agosto para el servicio de cenas.